LA VERDAD DEL KYUDO



Los practicantes de Kyudo buscan la verdad, en su práctica y en su vida, pero ¿cómo buscan esa verdad? Preguntarse qué es un tiro auténtico es una forma de encontrar la verdad en el kyudo. Para mucha gente, esa autenticidad se basa en lo más obvio, en lo más aparente: equiparan un tiro auténtico con la precisión. La precisión tiene su importancia, pero no tanta como podría parecer, hay aspectos más profundos, y menos evidentes, que son más importantes en este Camino del Arco. En el kyudo hay una diferencia entre el tiro que es meramente hábil y preciso, y el tiro que es correcto y sensato, o podríamos decir el que sale del corazón.

Se dice que hay tres niveles progresivos de desarrollo en el tiro: toteki (la flecha da en el blanco), kanteki (la flecha atraviesa el blanco), y zaiteki (la flecha existe en el blanco). En toteki, el arquero se concentra en la técnica del tiro. Su meta es alcanzar un punto donde puede dar en el centro regularmente. La forma en que lo consiga tiene generalmente pocas consecuencias: el arquero toteki no se da cuenta a menudo, o elige ignorar, el hecho de que a su cuerpo le falta simetría y que sus movimientos son sosos y sin vida. La apariencia puede ser engañosa, ya que su precisión puede ocultar el vacío interior, la falta de corazón y de entrega en el tiro. Además, una vez que ha encontrado un método de tiro preciso, normalmente es reacio a cambiar por miedo de que afecte adversamente a su precisión. El tiro que no progresa más allá de este nivel se convierte en poco más que una diversión recreativa, aparente pero vacía, o incluso puede afectar negativamente el desarrollo del practicante que se limita a engrandecer su ego gracias a su precisión, en lugar de disolverlo al ir avanzando en el camino.

El segundo nivel, kanteki, es considerablemente diferente. La flecha kanteki no solamente da en el blanco, lo atraviesa. Originalmente, este era el método del arquero guerrero que veía a su blanco como un adversario potencial. Este tipo de tiro no se puede obtener solo a través de la pericia técnica, requiere una intensidad que tiene que surgir de algún sitio profundo en el interior del propio arquero. Hay que sacar la energía del interior para comunicársela a la flecha a través del arco. El arquero kanteki es disciplinado y está bien entrenado. Ha dominado en su mayor parte las habilidades físicas del tiro y se concentra en los aspectos internos más ocultos, como el kiai—ese momento cumbre cuando la mente y el cuerpo se unifican para crear un tremendo poder—y el control de la respiración, lo que hace un tiro suave pero vigoroso.

Tanto toteki como kanteki son etapas de desarrollo normales en el kyudo, pero el practicante que realmente quiere descubrir la verdad no se para en ninguna de ellas. En zaiteki, el nivel más alto del tiro, el blanco no es ni la meta ni el oponente, es visto en cambio como un sincero reflejo de uno mismo. En lugar de enfocarse sobre el blanco, de poner su intención en alcanzarlo, el arquero zaiteki observa sus pensamientos y acciones sabiendo que, si su mente se calma y abre el corazón, su cuerpo se corregirá de forma natural por sí mismo y el tiro será auténtico, porque ya no será él realizando el tiro, sino que el tiro se dará por sí mismo. 

Para alcanzar esto el arquero debe unificar las tres esferas de actividad—mente (actitud), cuerpo (movimiento), y arco (técnica)—que forman la base del tiro. Cuando estos tres elementos están unificados, el pensamiento racional da paso al sentimiento y la intuición, los pensamientos están apaciguados, y la técnica se mezcla con la sangre y la respiración, convirtiéndose en algo espontáneo e instintivo. El cuerpo del arquero permanece completamente relajado, aunque nunca flojo. Siempre alerta, su espíritu brota, canalizado a través de su arco y de sus flechas, y más allá de ellas, hasta que se convierten en extensiones naturales de su cuerpo. En este estado se puede decir que la flecha existe en el blanco antes de que salga disparada; no hay distancia entre la persona y el blanco, la persona y la persona, la persona y el universo—todo está en perfecta armonía. Este es el tiro correcto y auténtico, que ni siquiera depende de alcanzar el blanco, pues el verdadero blanco es uno mismo.



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