LA DIGNIDAD DEL KYUDO



Cuando contemplamos a un practicante experimentado llevando a cabo una ceremonia formal de kyudo, podemos apreciar una elegancia especial. El escenario donde se realiza la ceremonia puede ser más o menos elaborado, según la ocasión y el tipo de ceremonia, pero siempre nos encontraremos con un arquero que actúa con sencillez y humildad, moviéndose tranquilamente con armonía y dignidad. Son estas las cualidades esenciales que diferencian a los auténticos maestros de kyudo de aquellos que simplemente son hábiles tirando.

Al kyudo se acercan diferentes tipos de personas, y por diferentes motivos, buscando diversas cosas. Pero el motivo principal por el que debería practicarse este Camino del Arco es sacar de nosotros lo mejor como seres humanos, refinando nuestro carácter y nuestra forma de comportarnos. Aunque no vamos a tener buenos modales, mantener la calma, y manifestar dignidad, simplemente por el hecho de practicar kyudo sin más, es necesario que pongamos todo de nuestra parte cuando practiquemos, que nos entreguemos a la práctica de todo corazón, con dedicación, y un gran deseo de conocernos a nosotros mismos y desarrollar nuestro potencial como seres humanos.

Sin lugar a dudad, lo que sí encontraremos en este Camino del Arco son numerosos desafíos, tanto físicos como mentales. Pero el kyudo nos anima a enfrentarnos a estos desafíos con dignidad, en lugar de reaccionar impulsivamente y con agresión. Es en gran parte gracias a las formas que se utilizan en esta práctica, la etiqueta y la ceremonia, que aprendemos a mantener la calma y desenvolvernos dignamente ante cualquier imprevisto. Si realmente practicamos kyudo con el corazón, con sinceridad y sencillez, podremos descubrir que al poco tiempo también estaremos actuando en nuestra vida diaria con dignidad y de forma elegante.

El kyudo atrae a mucha gente por el ambiente de calma y tranquilidad que se crea durante la práctica. Esa tranquilidad aparece cuando el arquero abre su mente y su corazón al enfrentarse a los conflictos físicos y mentales que surgen durante la práctica del kyudo. Cuanto más avanza el arquero en este camino, soltando expectativas y miedos, más crece la calma en su interior de forma natural.

Durante el proceso del tiro, los movimientos suaves y tranquilos, la respiración natural, el porte erguido del cuerpo, la atención en los detalles y la conciencia del entorno, son elementos que le dan dignidad y elegancia al kyudo. Pero la mayor dignidad del kyudo nace de un corazón abierto y sincero, capaz de aceptar lo que surge en nuestro interior y de seguir adelante sin agresión y sin cerrarse a la experiencia.




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