EL VALOR DE LA TORMENTA
Hace poco leí por primera vez una breve charla de Sendai Sensei Shibata XX
en la que deseaba a los estudiantes, para el año entrante, un cielo azul en su
interior. Me pareció una imagen hermosa.
Un cielo azul es claro, nítido, puro, sin nada que esconder. Un cielo azul
es un cielo amplio, sin límites, que lo abarca todo. También es un cielo en
calma, sin conflictos, sereno y sin perturbación. Es un cielo verdadero y
radiante.
¿Quién no quisiera tener un cielo así en su interior?
Y, sin embargo, con el tiempo y la práctica del kyudo, me doy cuenta del valor de los cielos tormentosos.
Un cielo tormentoso puede dar miedo, y rechazo, y provocarnos la necesidad
de refugiarnos a cubierto para huir de su violenta energía.
Y sin embargo... ¿cuándo es más azul el cielo que
después de una tormenta? ¿Cuándo está más limpia la atmósfera y se respira
mejor? ¿Cuándo brilla más el sol que después de un buen chaparrón? ¿Cuándo es
más rica la tierra que tras la lluvia, que hace crecer las plantas y da de
beber a los animales?
La tormenta asusta. Es incómoda. Puede arrastramos con ella y hacer que nos
perdamos. Pero ahora comprendo que debemos aprender a no temerla. Debemos
contemplarla y aprender de ella.
Porque la tormenta no hace desaparecer el cielo azul. Sólo lo cubre
momentáneamente para limpiarlo y hace que brille más una vez ella ha pasado.
Así que ojalá el año que entra tengamos algunas de esas tormentas,
violentas pero benévolas, de crecimiento y de limpieza, para que nuestro cielo
azul sea cada vez más claro y puro.
Enka R. G.
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