KYUDO, UNA PRÁCTICA SIN FINAL
sino para seguir avanzando en nuestro propio conocimiento.
Aunque al principio
puede parecer un poco complicada, la técnica del Kyudo no es realmente difícil
de aprender, al menos para poder practicar de una manera más o menos fluida.
Por supuesto que con el tiempo se va mejorando la técnica y es más fácil
dejar de pensar en los movimientos y simplemente fluir con la ceremonia del
tiro, que cada vez se hace más natural.
Pero el objetivo de
esta práctica no es simplemente tirar flechas y mejorar la puntería para dar en
el blanco. El Kyudo es un camino que te lleva mucho más lejos. De hecho, es un
camino que no tiene fin, porque, a pesar de poder dominar la técnica con los
años de práctica, siempre hay algo más que se puede mejorar.
En cierta forma, nunca puede haber un tiro “perfecto”.
Siempre se puede mejorar, siempre puede ser diferente, siempre podemos llegar
un poco “más allá”. Por eso, no debemos conformarnos cuando nuestras flechas
den en el blanco, o nuestra técnica de tiro haya sido precisa y fluida. No nos
limitemos a repetir los mismos movimientos para volver a alcanzar el blanco y
mostrar nuestra maestría.
La mayoría de las personas tiene miedo a cambiar, sobre todo
cuando les parece que lo están haciendo bien. No se arriesgan a intentar
hacerlo aún mejor, a llegar a otro nivel de experiencia, por miedo al fracaso.
Prefieren quedarse con sus éxitos actuales a intentar superar sus límites y
arriesgarse a fallar.
Para algunas personas puede parecer extraño el que no nos conformemos
con tener éxito en nuestra práctica, y que no le demos tanta importancia a dar
en el blanco. Pero esta es una de las principales diferencias entre el Kyudo y
otras formas de tiro con arco: no buscamos la perfección técnica, sino la
apertura del corazón y el crecimiento espiritual.
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