KYUDO, UNA PRÁCTICA SIN FINAL

 

No practicamos Kyudo para tirar flechas y dar en el blanco, 
sino para seguir avanzando en nuestro propio conocimiento.

Aunque al principio puede parecer un poco complicada, la técnica del Kyudo no es realmente difícil de aprender, al menos para poder practicar de una manera más o menos fluida. Por supuesto que con el tiempo se va mejorando la técnica y es más fácil dejar de pensar en los movimientos y simplemente fluir con la ceremonia del tiro, que cada vez se hace más natural.

Pero el objetivo de esta práctica no es simplemente tirar flechas y mejorar la puntería para dar en el blanco. El Kyudo es un camino que te lleva mucho más lejos. De hecho, es un camino que no tiene fin, porque, a pesar de poder dominar la técnica con los años de práctica, siempre hay algo más que se puede mejorar.

El dicho “Un tiro, una vida” nos sugiere que cada tiro, por muchos que hayamos hecho antes, es una nueva experiencia, una nueva oportunidad de aprender y descubrir algo más. Y no sólo en lo que concierne a la técnica, sino a otros niveles mucho más profundos e invisibles.

En cierta forma, nunca puede haber un tiro “perfecto”. Siempre se puede mejorar, siempre puede ser diferente, siempre podemos llegar un poco “más allá”. Por eso, no debemos conformarnos cuando nuestras flechas den en el blanco, o nuestra técnica de tiro haya sido precisa y fluida. No nos limitemos a repetir los mismos movimientos para volver a alcanzar el blanco y mostrar nuestra maestría.

La mayoría de las personas tiene miedo a cambiar, sobre todo cuando les parece que lo están haciendo bien. No se arriesgan a intentar hacerlo aún mejor, a llegar a otro nivel de experiencia, por miedo al fracaso. Prefieren quedarse con sus éxitos actuales a intentar superar sus límites y arriesgarse a fallar.

Pero en el Kyudo no debe haber miedo al fracaso, no debemos desanimarnos por haber fallado, sino todo lo contrario. Porque podemos ver que cada fallo es una nueva oportunidad para superarnos, para seguir creciendo, como arquero y como ser humano. Cada fracaso es una nueva experiencia que debemos aceptar como una puerta que se abre ante nosotros para seguir avanzando por este camino sin fin que es el Camino del Arco.

Para algunas personas puede parecer extraño el que no nos conformemos con tener éxito en nuestra práctica, y que no le demos tanta importancia a dar en el blanco. Pero esta es una de las principales diferencias entre el Kyudo y otras formas de tiro con arco: no buscamos la perfección técnica, sino la apertura del corazón y el crecimiento espiritual.

Incluso un tiro aparentemente perfecto se puede mejorar, tal vez no a nivel técnico, pero siempre es mejorable a un nivel más interno y personal. La técnica tiene sus límites, pero no hay límites para las posibilidades de crecimiento de la mente o el espíritu. Y para poder seguir desarrollando nuestro potencial, es necesario que comprendamos que en el Kyudo el objetivo no es conseguir esos tiros perfectos, que den siempre en el blanco, sino que la verdadera recompensa, y satisfacción, que te ofrece esta práctica es que es un camino interminable, en el que siempre puedes seguir buscando y encontrando nuevos retos y más aprendizaje.






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