LEALTAD


"Valoramos la lealtad como una noble cualidad"

La frase anterior es uno de los eslóganes que nos dio Sendai Sensei (Kanjuro Shibata Sensei XX), especialmente para sus estudiantes occidentales, para que los repitiéramos y tuviéramos presentes en nuestra práctica y en nuestra vida en general, pues como él mismo decía: “el Kyudo no es sólo tirar, el Kyudo es todo lo que hacemos en la vida, y la forma en que nos comportamos”.

Para comprender mejor lo que quiere decir este eslogan, y cómo siempre es un ejercicio interesante desmenuzar una frase que quieras comprender palabra por palabra, ya que te ayuda a profundizar más en el significado de toda la frase al ver mejor la profundidad de significado de cada palabra, vamos a comenzar prestando atención al significado de cada una de estas palabras:

Valoramos: Consideramos algo como valioso, importante, enriquecedor, y lo apreciamos, lo reconocemos, y lo cuidamos. Estimamos su mérito.
Lealtad: Ser fiel, no abandonar algo o a alguien. Mantenerse a su lado, incluso en los momentos más difíciles o peligrosos. Cumplimiento de las leyes de fidelidad y honor. Legalidad, verdad, realidad.
Noble: De una clase especial, fuera de lo común, algo elevado, Ilustre, generoso, preclaro. Singular, particular en su especie, que aventaja a los demás individuos en sus cualidades. Honroso, estimable.
Cualidad: Característica especialmente positiva y beneficiosa. Elemento o carácter distintivo de la naturaleza de alguien o algo. Calidad, condición o naturaleza de algo o alguien.

Si repasamos los significados de cada una de las palabras, tranquilamente, sin prisa, dejando que nos cale su significado, viendo hacia dónde apuntan, sintonizando con los sentimientos que evocan en nosotros, podemos descubrir que la frase es mucho más amplia y profunda de lo que parecía a simple vista. No obstante, parece que es la palabra "lealtad" la que nos cuesta un poco más ubicar, o de comprender a qué se refiere concretamente, por lo que voy a intentar explicarla a continuación, según mi propia comprensión:

Creo que lo primero es lealtad hacia uno mismo, hacia nuestro propio corazón. Pero, a veces, dudamos de hasta dónde deberíamos ser leales a nosotros mismos, por el peligro a dejarnos llevar por nuestros deseos o comodidad. Podemos pensar que en la vida todo cambia, nosotros, nuestro corazón, y que incluso ponemos guiarnos por principios erróneos. Hay parte de razón en eso, todas las cosas cambian, a un nivel relativo y superficial, pero, a nivel más profundo y esencial, hay cosas que no cambian, como los principios o leyes universales que rigen la vida. 

A veces confundimos los principios con los valores. Los valores pueden ser diferentes y cambiar de una sociedad a otra, de una época a otra, o de una persona a otra. Pero los principios no cambian, son las leyes naturales que no dependen de nosotros, o condiciones básicas y fundamentales de la vida: libertad, vida, armonía, paz...

A partir de esta distinción, podemos empezar a comprender que algunos aspectos de nuestro carácter pueden cambiar, pero la esencia del ser humano es la que es, y mantener el corazón abierto nos permite sintonizar con esa esencia y expresarla. Cuando nos cerramos perdemos la conexión y vagamos erráticos sin saber adónde ir, o dejándonos llevar por lo que nos atrae, y huyendo de lo que nos disgusta, además de ignorando lo que no nos parece interesante.

Cuando hablamos de lealtad hacia uno mismo o a tu corazón, nos referimos a permanecer fieles a esos principios básicos y esenciales que perpetúan la vida, que crean armonía, y que permiten la paz. Ser leales a nuestro corazón es no dejarnos engañar por lo que piensen o digan otros, si no sentimos lo mismo. Además, la lealtad es altamente valiosa porque no depende de lo que recibimos a cambio, muy al contrario, en muchas ocasiones significa arriesgar nuestro bienestar o seguridad, o como poco nuestra comodidad.

La lealtad que valoramos como una noble cualidad, es la lealtad al camino, a la práctica, a no rendirnos a pesar de los contratiempos, a seguir avanzando y aprendiendo a pesar de los obstáculos. Es la lealtad al maestro, no como adoración o fe ciega, sino como aprecio de lo que está compartiendo con nosotros, que es el fruto de un gran esfuerzo personal y un largo tiempo de entrega a la práctica. Somos leales al maestro porque nos enseña por dónde ir para seguir avanzando y no desviarnos del camino. Esa lealtad al maestro se manifiesta al aceptar sus consejos y correcciones, aunque en muchas ocasiones no acabemos de entender el por qué, o incluso pensemos que no lo necesitamos.

Mantenemos lealtad al linaje de maestros que han hecho posible que llegaran hasta nosotros estas enseñanzas y práctica, a la escuela en la que practicamos y de la que nos beneficiamos para seguir practicando y aprendiendo. Es lealtad a la escuela seguir sus formas, tanto en técnica como en protocolo y ceremonia, sin mezclarlas con otras formas o con nuestra propia "forma" de hacer las cosas. No desvirtuamos las enseñanzas ni la contaminamos con nuestros propios deseos o intereses. Eso es lealtad.

Lealtad a la práctica es precisamente seguir practicando, encontrar el tiempo y el espacio en nuestra vida para no olvidarnos de ella. Es seguir practicando, aunque en ocasiones sea un camino duro, física o mentalmente, o incluso emocionalmente. Es seguir practicando, aunque eso nos haga descubrir aspectos escondidos de nosotros mismos que no nos gusten o nos resulten dolorosos. Lealtad a la práctica es no rendirnos, ni cerrar nuestro corazón, ni practicar solo en la superficie, teniendo una buena apariencia, pero sin poner el corazón en lo que estamos haciendo.

Lealtad a nuestros compañeros es no abandonarlos cuando necesitan nuestra ayuda, y también no facilitarles demasiado las cosas para no impedir que tengan su propia experiencia, aunque sea cruda y difícil de digerir. Lealtad a nuestros compañeros es seguir adelante y dar ejemplo nosotros mismos para inspirarlos a seguir recorriendo el camino.

Lealtad a las enseñanzas es mantenerlas presentes en nuestra mente y nuestro corazón, y ponerlas en práctica siempre que podamos. También es lealtad mantener los buenos modales en todo momento y con toda persona, ser respetuosos con todos en nuestra forma de hablar y actuar.

Pero, sobre todo, creo que la mayor lealtad es mantener nuestros corazones auténticos y dignos de confianza. Si no intentamos engañar a nadie, ni a nosotros mismos, escondiendo lo que sentimos en nuestro corazón, nos mantendremos auténticos. Pero eso no significa vomitar en los demás nuestros enfados, envidias y rencores, porque nuestro corazón no está hecho de esos componentes. Esas emociones perturbadoras surgen básicamente de la ignorancia, de nuestra falta de comprensión, de ser incapaces de ver más allá de las apariencias. Si nos dejamos llevar por esos impulsos inconscientes e incontrolados, descargando sobre otros la agresión en lugar de ver de dónde han surgido realmente esos sentimientos, eso no es lealtad a nuestro corazón ni respeto por los demás.

A veces, en la vida es difícil discernir a qué o a quién debemos ser leales. Pero básicamente, debemos ser leales al amor, la comprensión y el servicio a los demás. Leales a la vida, respetando cualquiera de sus formas y no malgastando nuestra propia vida. Leales a la libertad, de otros y de uno mismo, sin tratar de imponer a los demás nuestra opinión como la única y verdadera, respetando otros puntos de vista y de vida, pero, al mismo tiempo, sin dejarnos imponer las visiones o interpretaciones de otras personas si sentimos en nuestro corazón que no son las nuestras o no se ciñen a lo que nosotros consideramos la verdad.

Seguramente podría seguir hablando de este tema durante más tiempo, y extenderme aún más en mi escrito, pero no debemos olvidar que muchas veces lo más sencillo es lo mejor. Así que, si tienes que quedarte con una frase, podemos resumir que lealtad es ser fiel a la vida y al universo, respetando a todo ser vivo y manteniéndonos siempre junto a aquello que consideramos vale la pena conservar y cuidar por el bien común.



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